A muchos kilómetros
de mi ciudad natal, en una noche lluviosa y cálida de verano, escucho el himno
de Arica.
Y recuerdo, igual
como si hojeara un álbum de fotos, como crecí y vi mi ciudad cambiar en muchos aspectos
y ser la misma en otros. Recuerdo las primaveras eternas de cada año, y aunque
el tiempo se ha encargado de acortarlas, sigue siendo Arica la ciudad más
agradable de visitar en cualquier estación, porque siempre nos recibe con su
sol infaltable y su mar que nos regala inmensas olas.Pero sólo los ariqueños sabemos disfrutar de lo que significa ser frontera, estar más cerca de otro país que del nuestro, y querer a nuestros vecinos como nadie más lo hace en el resto del país..
Sólo los ariqueños
sentimos el viento del morro más fuerte y más frio, sólo los ariqueños
conocemos la historia completa de lo que sucedió ese 7 de Junio de 1880 sobre
el morro y sólo los ariqueños crecimos dibujando el morro imponente, con una
bandera inmensa en la cima y con el mar a sus pies (y algunos guerreros cayendo en sus caballos!)
Sólo los ariqueños
sabemos lo que es correr despavoridos cuando caen unas gotas de agua, que
logran revolucionar a toda una ciudad que tiene la menor precipitación del
mundo.
Sólo los ariqueños sabemos disfrutar del mejor pan con aceitunas, un crujiente sándwich de pescado frito con tomate, ceviche del mercado, yoguis en el centro, los mejores jugos de frutas; y saber a ciencia cierta lo que es vivir en un suelo que tiembla casi a diario.
Sólo los ariqueños
podemos jactarnos de tener una catedral hecha por el mismísimo Eiffel que también
hizo la famosa torre en París; ser herederos de la Cultura Chinchorro y las momias más
antiguas de la humanidad; y poder pasar de playas oleadas a uno de los lagos más altos
del mundo.
Sólo los ariqueños
sabemos lo que es ser ariqueño tridimensional: de Alma, cuerpo y corazón.
Sólo los ariqueños
sabemos lo que es vivir en un oasis lleno de palmeras y cucardas, rodeados de
cerros pelados que a través de sus geoglifos algo le dicen al cielo.
Sólo los ariqueños
sabemos lo que es cuidar el agua y tener dos valles verdes en medio del
desierto, que nos proveen de las más sabrosas frutas y verduras durante todo el
año.
Sólo los ariqueños sabemos disfrutar del mejor pan con aceitunas, un crujiente sándwich de pescado frito con tomate, ceviche del mercado, yoguis en el centro, los mejores jugos de frutas; y saber a ciencia cierta lo que es vivir en un suelo que tiembla casi a diario.
Lo que es tener el corazón agarrado a una pequeña
punta del país y emocionarse cuando se escucha nuestro himno de la ciudad.
Feliz cumpleaños
querida Arica!





