Vivir en una casa con “uniforme” no es fácil. Tampoco es difícil. Pero es
distinto.
Y no me refiero al uniforme del colegio o del banco. Me refiero al uniforme
que lleva estrellitas y adornos.
Cuando alguien en una familia lleva ese tipo de uniforme, todos lo llevan.
Sobretodo aquí, en Gringolandia, donde se habla inmediatamente de una “Military
Family”.Y de ahí sus derivados, Air Force Wife, Army Wife, Navy Wife; y todas las otra wives.
Entienden varios idiomas si es necesario, cambian de colegio muy a menudo (y también de casa, de ciudad, de estado, de país y de continente…).
Cuando por fin han hecho su grupo de amigos, ZAS!, cambio otra vez. Cuando por fin les guastaba el equipo de baseball local, ZAS!, cambio otra vez. Y cuando por fin sentían la comida típica como suya, ZAS!, cambio otra vez.
Para ser un hijo de militar, hay que tener otro ADN. Hay que comprender que
el papá o la mamá muchas veces tendrán que irse por largos meses fuera de casa.
Desde muy chiquitos tienen que aprender a usar el skype, enviar postales y
regalitos por correo, pasar cumpleaños a la distancia, mostrar el primer diente
que se les cayo por una cámara web, ir rayando la muralla para dejar testimonio
de cuanto han crecido y mirar fotos para no olvidarse de a quien están extrañando.
Aprenden con DVD’s de Elmo lo que es un Deployment y aprenden a contar poniendo
una X en un calendario por cada día que pasa.
Y nosotras? Nosotras lo pasamos bien cuando hacemos amigas y formamos lazos
tan fuertes como una familia en cada lugar que nos toca ir. Y lo pasamos mal,
cuando llega el día en que cada una va partiendo otra vez.
Nosotras sabemos lo que es estar separadas, sin estar divorciadas. Sabemos lo que es hacer una tremenda fiesta de cumpleaños como que el papa estuviera en casa, Navidades con una silla vacia, celebrar aniversarios en soledad, , sabemos cortar el pasto, sabemos arreglar goteras, sabemos ser papa y mama por todo el tiempo que dure un deployment y sabemos lidiar con los miles de inconvenientes que por supuesto nunca pasaran cuando el marido este en casa.
Nosotras sabemos lo que es estar separadas, sin estar divorciadas. Sabemos lo que es hacer una tremenda fiesta de cumpleaños como que el papa estuviera en casa, Navidades con una silla vacia, celebrar aniversarios en soledad, , sabemos cortar el pasto, sabemos arreglar goteras, sabemos ser papa y mama por todo el tiempo que dure un deployment y sabemos lidiar con los miles de inconvenientes que por supuesto nunca pasaran cuando el marido este en casa.
Hay que limpiar antes de irse, hay que limpiar al llegar. Hay que
empaquetar antes de irse, hay que desempaquetar al llegar. Hay que despedirse
al irse, hay que saludar al llegar. Y no hay que llorar al irse, ni llorar al
llegar, pero siempre lo hacemos igual.
Y la casa? La casa cambia en forma constante.
Se compran y se venden muebles. Se compran y se venden adornos. Se compran
y se venden platos. Y se compran, y se compran, y se compran cortinas… y se guardan, y se guardan, y se guardan cortinas. Siempre con la esperanza de que en alguna casa van a volver a servir, que alguna otra ventana tendrá la misma medida. Hasta que por fin quedan justitas, pero ya no queda nada que combine con ese color (porque todo se ha ido vendiendo); entonces, se vuelven a guardar.
Y tal como dijo Lavoisier, “Nada se crea, nada se destruye, todo se
transforma”. Se transforma la mesa de la cocina en mesa de taller. Se transforma
la cama del niño en futon de la sala de estar. Se transforma el escritorio en
tabla de planchar. Se transforma la repisa en zapatero. Se transforma la mesa
de centro en arrimo. Y lo que no se transformó, seguro se perdió en la mudanza.
Y a quién no le ha llegado un paquete sospechoso dentro de una caja, muy
envuelto, y que al abrirlo lentamente (para no romper el contenido) le aparece
el basurero lleno de papeles y asquerosidades? Y a quién no le ha llegado una olla con restos secos de comida,
de lo que se estaba preparando el último día? (de 3 meses atrás…)
“miraaaaa, el primer chupete de la Jessy! Está con restos de palta o es hongo?”
“y por qué aún tienes estas fotos guardadas, ah!?... AH?!?!”
“de dónde salen tantos cables!??!”
“y quién guardó estos pedazos de piedras pintados de colores??? Botémoslos de una vez”
“no que habíamos decidido eliminar los calcetines con hoyos??”
“…mas cables?!?!?!?!”
“y donde están los restos del Muro de Berlín que compramos?” (oh-oh, parece que recien botamos esos pedazos de piedras pintados de colores!)
Y así… hasta abrir una a una cada caja, llenas de recuerdos y papel de
envolver, que después no hay donde dejarlas y que el camión de la basura no se
quiere llevar.
Por eso las familias militares tienen la habilidad de juntar cachureo más rápido,
porque en unos pocos años habrá que hacer orden otra vez.
Y por eso las familias militares tienen el corazón abierto y amigos
repartidos, porque quizás mañana nos toque cambiarnos otra vez.
Que lindo lo que escribes y aunque en situaciones super diferentes me pasa lo mismo. Itinerante por la vida, yo trato, pero trato no mas porque no resulta mucho de viajar livianita.
ResponderEliminarUn abrazo grande!
un poco si eh....jajaja....yo odio los cambios, y rezo por quedarme aquí, que te juro que no me veo en otro sitio de España viviendo, pero feliz me iría a gringolandia...que en vez de empaquetar y empaquetar y empaquetar estaría comprando comprando comprando y comprando jajajaja
ResponderEliminarun saludo
Carola F.
ResponderEliminarme gustó tu relato amiga.... también me estresa un cambio, pero aun así... ya quiero volver, ¿o no quiero?. no se...
besos
A final de cuentas, estamos todos pupulando por la vida...
ResponderEliminarEres increible, admirable y un gran ser humano...Que Dios te bendiga siempre, a ti y a tu familia y a ver si nos vemos pronto, se te extrana mucho :)
ResponderEliminarZulma
awww, te pasaste Zulma! que linda :)
EliminarEspero que nos podamos reencontrar, se les echa de menos...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminar